Ciencia en el mundo

Urge atención en salud sexual para migrantes en tránsito por Latinoamérica

SciDev/Aleida Rueda
Rev. Manrique Vindas Segura
César A. Parral
25. 04. 23

Estudios hallan alta prevalencia de herpes genital y sífilis entre migrantes. Las mujeres migrantes padecen violencia de género y sexual, y embarazos no deseados. Discriminación, falta de información y miedo a ser detenidos dificultan su atención.

Las personas desplazadas de Venezuela frecuentemente migran a otros países en condiciones precarias que afectan su salud.

Fuente:
S. Arcos/Unión Europea, lic. Creative Commons (CC BY-ND 2.0)

La población migrante, en su tránsito por distintos países de América Latina, adquiere enfermedades sexuales como la sífilis y el herpes genital (VSH-2) y sufre violencia sexual, por lo que varios especialistas alertan sobre la urgencia de que haya más medidas de prevención, diagnóstico y tratamiento, así como menor discriminación y estigmatización.

Un estudio publicado en la Revista Panamericana de Salud reportó que tras analizar a 462 migrantes en tres albergues de Chiapas, al sur de México, hubo una prevalencia de herpes genital del 29,9 por ciento y 4,5 por ciento de sífilis. Concluyen que se trata de una “reemergencia de la sífilis”, con una mayor incidencia en hombres que en mujeres (8 por ciento y 1,9 por ciento, respectivamente).

“Los (as) migrantes muchas veces no se acercan a los centros de salud pues temen ser detenidos (as), por lo que la presencia de infecciones, que en ocasiones son asintomáticas, no son detectadas y mucho menos tratadas. Por lo tanto pueden continuar siendo transmitidas o provocar enfermedad”, dice la principal autora del trabajo e investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública de México, Antonia Herrera Ortiz.

En el artículo, los (as) autores (as) destacan que parte de esta población “considera mal visto el uso del condón y que el tener un gran número de parejas sexuales es lo esperado para los hombres”. Por otro lado, “el intercambio de sexo como medio de supervivencia, ya sea por alimento o alojamiento, es una práctica a la que actualmente recurren tanto hombres como mujeres, con la creencia de que tener relaciones sexuales facilita su tránsito”, explican.

En otro estudio publicado hace unas semanas en el Journal of Migration and Health, investigadoras de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos, tomaron datos de encuestas y analizaron condiciones de salud entre migrantes y refugiados (as) venezolanos (as) en Colombia durante la pandemia.

En sus resultados destacan que muchos (as) migrantes tuvieron menor acceso a medicamentos y atención médica, y sufrieron otras complicaciones que afectaron su salud.

“Uno de los aspectos más reportados fueron la inestabilidad en su vivienda. Muchos (as) participantes dijeron que tuvieron que mudarse varias veces, debido a múltiples desalojos y discriminación”, dijo a SciDev.Net, una de las autoras de ese artículo, Megan Stevenson.

Incluso antes de la pandemia existía otro problema que incidía en su salud. “No sabían qué servicios están disponibles y cómo podían acceder a ellos. Algunos (as) hicieron declaraciones muy poderosas de que llegaron a Colombia con los ojos cerrados, totalmente perdidos. Y esa falta de información se exacerbó con la pandemia”.

Algo similar concluyen investigadores (as) en otro estudio sobre las necesidades de salud sexual entre migrantes venezolanos (as) en Cali, Colombia: Hay “necesidades de información sobre derechos de salud sexual y reproductiva”, y esto es más común “entre jóvenes de 15 y 29 años y en la comunidad LGBTIQ+, debido a la mayor vulnerabilidad y la exposición a espacios inseguros para su autocuidado, aseo personal e intimidad”.

Aunque la población migrante enfrenta problemas de salud sexual similares, las mujeres padecen riesgos adicionales, como la violencia sexual y de género. Así lo indica un artículo publicado hace unos días por investigadores (as) ecuatorianos (as).

“A mediados de 2021 y durante la pandemia de COVID-19, había 430.000 personas venezolanas en Ecuador, casi la mitad (46 por ciento) eran mujeres, 92 por ciento en edad reproductiva”. Muchas de ellas “experimentaron embarazos no intencionales, violencia de género, violencia sexual e infecciones de transmisión sexual (ITS) y VIH/SIDA”, reportan los (as) autores (as).

“Las mujeres tienen riesgos particulares, pues en edad reproductiva y si se embrazan pueden tener serios problemas de salud, incluyendo abortos o transmisión a su bebé (sífilis congénita). En el caso de la infección por el virus VHS-2, también causa herpes neonatal y complicaciones en el embarazo y en este estudio encontramos más mujeres que hombres con anticuerpos contra VHS-2”, dice Herrera Ortiz.

El sector salud, insuficiente

Aunque la incidencia de enfermedades y violencia sexual que vive la población migrante requiere atención médica, políticas de prevención y tratamientos, los sistemas de salud suelen ser deficientes o insuficientes.

“Los (as) profesionales creen que la migración ha afectado a los servicios por la cantidad de demanda debido a que en Ecuador la atención es gratuita y universal. Inclusive las personas migrantes venezolanas tienen conocimiento de esta situación y tratan de llegar a Ecuador para acudir a atender sus necesidades en salud, puesto que en Colombia no tienen acceso gratuito y no es fácil”, dijo a SciDev.Net Susana Guijarro, investigadora del Instituto de Salud Pública de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador.

Guijarro lideró una investigación en la que encuestó a 297 profesionales de la salud para saber su perspectiva sobre las dificultades de acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva que tuvieron las mujeres migrantes venezolanas durante la pandemia de COVID-19 en Quito, Ecuador.

En sus resultados reporta que solo 16 por ciento de los (as) encuestados (as) reconoció que hubo discriminación por parte de los proveedores de salud, por ejemplo, al pedirles documentos de identificación para ofrecerles atención en salud sexual y reproductiva o la falta de empatía por parte del personal sanitario.

“La percepción de las mujeres es que hay discriminación por la nacionalidad, lo cual no es percibido ni aceptado por los (as) profesionales de salud”, dijo Guijarro.

Las investigadoras coinciden en la necesidad de estudiar los efectos en la salud de los (as) migrantes, especialmente ahora, cuando Colombia ha lanzado un nuevo estatuto para que las personas venezolanas regularicen su permanencia en el país.

“Los estudios académicos nos permiten evaluar las políticas que se implementan. Creo que es increíblemente importante tener estudios longitudinales para los efectos en la salud de los (as) migrantes que puede tener esta política masiva en Colombia”, dijo a SciDev.Net, Andrea L. Wirtz, investigadora de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos de América, quien participó en el estudio con Stevenson y analizó las condiciones de salud de migrantes, especialmente con VIH/SIDA.

Para Herrera Ortiz, es necesario que se comunique y proporcione medidas de protección (condones) y de autocuidado a la población migrante, pero también que se promueva en la sociedad, incluyendo al personal de salud, la idea de que las enfermedades de transmisión sexual no son exclusivas de los (as) migrantes, sino que pueden afectar a todos (as).

“No hay que estigmatizar ni revictimizar a nadie, pero debemos atenderlos (as) y estudiarlos (as). El evitar hablar de ellas no hará que desaparezcan”, concluye.

> Enlace al artículo publicado en la Revista Panamericana de Salud

Este artículo fue producido por la edición de América Latina y el Caribe de SciDev.Net

El estudio publicado en la Revista Panamericana de Salud fue elaborado por investigadores (as) del Instituto Nacional de Salud Pública de México.

Fuente: G.I.