Mientras algunos fabricantes y 'trols de patentes' amenazan con demandas, otros optan por liberar todas sus patentes que tengan que ver con esta crisis sanitaria.
Varias editoriales científicas que han liberado muchos de sus contenidos que tienen que ver con el coronavirus SARS-CoV-2. (Foto G.I.)
En plena crisis sanitaria, no hay empresa, grupo o persona que no haya mostrado su intención de aportar su granito de arena para superar la situación. Ya hemos visto cómo grandes fábricas dejaban sus trabajos habituales para ponerse a fabricar utensilios que sirvan en esta guerra contra el virus o cómo miles de voluntarios se ofrecían para hacer lo que hiciera falta para conseguir aplanar la curva, desde ir a comprar a construir protectores 3D, pero no todo es tan sencillo como parece. En un mundo como el sanitario, la propiedad intelectual es algo clave y la guerra de patentes también se hace notar en estos días.
Uno de los últimos casos, y quizás el más llamativo, ocurría en Italia después de que unos jóvenes aficionados y profesionales de la impresión 3D decidiesen fabricar respiradores artificiales para conseguir aliviar la situación de un hospital de Brescia. Seguramente vieras la noticia, porque la acción se ha hecho viral y ha ayudado a que cientos de aficionados a este tipo de maquinaria se hayan lanzado a colaborar en sus distintos países, creando todo tipo de utensilios sanitarios, pero lo que es posible que no supieses es que detrás de esta acción desinteresada y a la desesperada se vivía una batalla entre el fabricante original de los respiradores y los desarrolladores de su versión en 3D.
Según explica 'Business Insider Italia', para que estos jóvenes italianos, Cristian Fracassi y Alessandro Ramaioli, consiguiesen su objetivo, tuvieron que pasar por encima del fabricante original que, aunque no podía suministrar la pieza, se negó a compartir el archivo 3D de las piezas con los desarrolladores. Incluso llegó a amenazarlos con una demanda por infracción de patente si intentaban hacerlo por su cuenta, según explicaban en los medios italianos. Aun sin los planos, siguieron adelante de todos modos, creando el archivo 3D desde cero. El 'arreglo' funcionó y aunque sus creadores confiesan que no son piezas tan duraderas ni reutilizables, el coste de cada impresión hace que sea una opción más que viable. ¿Por qué no hacen más? Por el miedo a un problema legal.
Los dos artífices del desarrollo hicieron un total de 10 respiradores, que luego se convirtieron en un lote de 100 más. Su coste no superó el euro por unidad, y aquí encontramos uno de los motivos fundamentales del enfado de la compañía tras el diseño original: su producto costaba, según los medios italianos, unos 10.000 euros la unidad. Una diferencia bastante importante que ha hecho que, de momento, los entusiastas italianos hayan optado por no seguir con su proyecto y guardar los planos. Ni siquiera se los han pasado a otros hospitales, que podrían dar buen uso de ellos viendo la situación por la que pasa el país.
Es verdad que tras las primeras informaciones que hablaban del caso, tanto la compañía dueña de los respiradores, Intersurgical, como los propios impresores italianos empezaron a contradecirse y dijeron que había datos inexactos en las noticias, como el precio del respirador y que nunca se llegó a hablar de demandas, pero el caso recuerda mucho a otro que salió hace unos días en Estados Unidos. Mientras la pandemia se expande, los choques entre patentes, la atención sanitaria y la ética se van recrudeciendo. Eso sí, como en el caso italiano, parece que, de momento, va ganando la idea de salvar la situación sea como sea.
El de Italia es un caso llamativo y que ha dado la vuelta al mundo, pero si abrimos el foco, podemos encontrar muchas más situaciones en las que la evolución de la enfermedad y las distintas iniciativas han chocado con patentes o derechos de propiedad intelectual, que, de momento, están ganando los que piensan que en una situación no hay barrera que valga. Y varias las encontramos en nuestro país.
Una de las asociaciones que se han sumado a esta idea es la Asociación Española de Normalización, la UNE, que facilita el acceso gratuito a un paquete de una veintena de normas técnicas. Se trata de documentos que describen procesos esenciales para la fabricación de utensilios que van desde las mascarillas hasta los paños y sábanas quirúrgicas, pasando por guantes u otra ropa de protección. "UNE ha tomado la iniciativa de poner a disposición gratuita el acceso a una serie de normas identificadas como de especial relevancia de emergencia sanitaria en las circunstancias actuales".
Junto a esta decisión, la propia UE también ha querido liberar las licencias de hasta 14 productos sanitarios, dando un gran paso en la anulación del 'copyright' médico en un caso de extrema necesidad. Así, según explicó la Comisión Europea, todo el que quiera podrá acceder a las licencias de estos 14 desarrollos que cubren desde guantes a mascarillas o batas, y fabricar estos productos sin necesidad de tener que pagar por ello ni temer posibles demandas.
Por último, en este apartado también hay que mencionar a varias editoriales científicas que han liberado muchos de sus contenidos, o todos, los que tienen que ver con el coronavirus SARS-Cov-2. Un paso de gigante si tenemos en cuenta que solo la suscripción a estas revistas cuesta millones de euros a entes públicos como el Estado español. Pero no todos lo ponen tan fácil.
Al otro lado del charco, en EEUU y aprovechando también la coyuntura, uno de los llamados 'trols de patentes' ha aparecido para intentar demandar a una empresa que realizaba test de Covid-19. La compañía en cuestión era una empresa fantasma llamada Labrador Diagnostics LLC, que dice tener los derechos de dos patentes de Theranos, y que quería demandar a BioFire por infracción de patente intentando que dejara de hacer sus pruebas.
Como el caso italiano, después de que la noticia saliese en la prensa, la compañía, que cuenta con apoyo financiero del poderoso Softbank, acabó por decir que su intención no era que la compañía dejase de hacer pruebas de Covid-19 sino que la lucha entre las dos compañías era por otros motivos, pero sus declaraciones dejaron algunas dudas en el aire. Sobre todo en cuanto a si más adelante podría acabar tomando acciones legales.
Labrador Diagnostics LLC dijo que permitiría a terceros usar su tecnología patentada para desarrollar pruebas Covid-19, aunque no está claro cuán válidas habrían sido sus afirmaciones. “Labrador quiere dejar claro que la demanda no se dirigió a las pruebas de Covid-19. La demanda se centra en actividades en los últimos seis años que no están relacionadas de ninguna manera con las pruebas Covid-19”.
La Asociación Española de Normalización (UNE), facilitó el acceso gratuito a un paquete de una veintena de normas técnicas. Se trata de documentos que describen procesos esenciales para la fabricación de utensilios que van desde las mascarillas y guantes, hasta los paños y sábanas quirúrgicas, (Foto UNE)