Un estudio llevado a cabo en el mayor complejo hospitalario de Latinoamérica con base en autopsias realizadas en víctimas del COVID-19 reveló que algunos de esos pacientes murieron fundamentalmente en razón de alteraciones cardiovasculares.
Algunos pacientes con COVID-19 fallecidos en el Hospital de Clínicas (HC) de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo, Brasil, murieron en razón de alteraciones cardiovasculares provocadas por el nuevo coronavirus y no debido a la insuficiencia pulmonar.
Las autopsias realizadas durante los últimos cuatro meses en los cuerpos de alrededor de 70 pacientes diagnosticados con COVID-19 y fallecidos en el mayor complejo hospitalario de Latinoamérica, el Hospital de Clínicas (HC) de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), en la ciudad de São Paulo, Brasil, revelaron que algunos de los mismos fallecieron fundamentalmente en razón de alteraciones cardiovasculares provocadas por el nuevo coronavirus y no debido a la insuficiencia pulmonar.
Los investigadores a cargo de este estudio pretenden ahora intentar develar cuál es el mecanismo de acción del SARS-CoV-2 que provoca alteraciones en la micro y en la macrocirculación, aparte de lesiones epiteliales prácticamente en todos los órganos.
“Ya sabemos cómo se distribuye el virus en órganos tales como el cerebro y los riñones, aparte de las glándulas salivales y las gónadas, por ejemplo, y que llega al sistema nervioso central a través del nervio olfativo. Ahora pretendemos dilucidar de qué manera causa trombos el virus en la micro y en la macrocirculación, de una manera mucho más exuberante que la del virus de la gripe, por ejemplo”, dijo Paulo Saldiva, uno de los coordinadores del proyecto, en el marco de un debate online sobre la situación de la epidemia de COVID-19 en Brasil que se realizó el pasado día 13 de julio, durante la “Minirreunión Anual Virtual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC)”.
Dicho evento constituyó una versión online y reducida de la 72ª Reunión Anual de la entidad, programada para realizarse entre los días 12 y 18 de julio en la Universidad Federal de Rio Grande do Norte (UFRN), en la localidad de Natal, pero que se canceló en razón de la pandemia de COVID-19.
De acuerdo con Saldiva, entre los pacientes diagnosticados con COVID-19 y sometidos a autopsia cuando murieron como consecuencia de alteraciones cardiovasculares causadas por el nuevo coronavirus había adultos y también niños con edades entre los 8 y los 11 años.
“Tenían sus pulmones razonablemente preservados, pero desarrollaron una insuficiencia cardíaca sumamente intensa que derivó en la muerte”, dice.
En algunos casos, los investigadores detectaron la presencia del virus en el músculo cardíaco, en el miocardio. En otros, observaron trombosis en la microcirculación tanto pulmonar como cardíaca.
“Pretendemos entender las causas de esta situación para poder ayudar e intervenir más rápidamente en el tratamiento de esos pacientes. Este es uno de los propósitos del proyecto”, afirma Saldiva (lea más en agencia.fapesp.br/32966/).
El procedimiento de autopsia se lleva a cabo mediante el empleo de técnicas mínimamente invasivas orientadas con métodos de imágenes con las cuáles se extraen muestras de tejidos de todos los órganos, desarrolladas en el marco de un proyecto apoyado por la FAPESP - Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo.
Los investigadores realizan la anamnesis de los pacientes que murieron como consecuencia del COVID-19 en el HC-FMUSP en el mismo momento que solicitan la autorización de sus familias para realización de la autopsia.
Las respuestas de los familiares apuntaron que casi todos los pacientes y sus familiares tenían pleno conocimiento del riesgo inherente a la enfermedad, pero no reunieron las condiciones como para mantenerse en aislamiento social, comenta Saldiva.
“Los familiares dijeron que no pudieron cumplir el aislamiento porque viven en sus casas junto a una gran cantidad de personas, a veces en un único ambiente.”
Los datos sobre el origen de esos pacientes también refuerzan la constatación de que el riesgo de muerte por COVID-19 en Brasil es mucho mayor en regiones con peores indicadores socioeconómicos.
“El riesgo de enfermarse de COVID-19 en Brasil no es tan segregado característicamente en las regiones de menor nivel socioeconómico, pero la mortalidad sí lo es, y existen dos factores responsables de esto: las viviendas y, fundamentalmente, la utilización del transporte colectivo en el desplazamiento para ir a trabajar”, afirma Saldiva.
El investigador hizo hincapié en que la densificación urbana y la migración constituyen los principales inductores de mutación de virus respiratorios, los cuales a partir del siglo XX pasaron a erigirse como los principales causantes de pandemias.
Mientras que en el siglo XX hubo dos pandemias causadas por virus respiratorios –la gripe española entre 1918 y 1920 y la gripe asiática entre 1957 y 1958–, en el siglo XXI se han registrado dos pandemias por década. “Entre 2002 y 2004 ocurrió la de SARS, y en 2009, la de H1N1. En tanto, en el año 2012 sucedió la de MERS y, entre el final de 2019 y el comienzo de 2020, la de SARS-CoV-2”, comparó Saldiva.
“Es deseable contar con una vacuna para combatir estas enfermedades, pero esto es insuficiente. Será necesario contar con sistemas efectivos de testeo y detección de virus en todos los países”, sostiene.
Asimismo, será necesario aumentar la cooperación internacional, la financiación y la realización de estudios en el área de la salud no solamente a cargo de investigadores de las Ciencias de la Vida, sino también de Humanidades, apuntó Saldiva.“No se controlan epidemias sin saber de Antropología, Historia y Urbanismo”, culminó diciendo el investigador.
El estudio se realizó en el mayor complejo hospitalario de Latinoamérica el Hospital de Clínicas (HC) de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FM-USP), en la ciudad de São Paulo, Brasil.