En algún momento, quién sabe dónde y cuándo, algún gurú retrató a los datos que manejan los servicios digitales como el petróleo del siglo XXI. El enunciado puede ser más o menos acertado. Si así fuera, los algoritmos, esas largas fórmulas matemáticas que llevan con cierta opacidad y hermetismo las compañías tecnológicas, serían las refinerías de las que se extrae ese preciado activo. Como si se tratasen de la fórmula de la Coca-Cola, pocos tienen...