En la imagen se aprecia el cauce del río Cuajiniquil prácticamente seco (parte inferior izquierda) en la comunidad del mismo nombre en el cantón de La Cruz, Guanacaste.
El objetivo del presente artículo consiste en caracterizar el evento extremo del Mega-Niño costero de 1925-1926 en el sur de América Central a partir de una serie de anomalías geofísicas calculadas mediante los registros meteorológicos de estaciones ubicadas en Costa Rica y Panamá.
También, indagar sus repercusiones en la sociedad costarricense a través del análisis documental de fuentes primarias oficiales y hemerográficas.
Los hallazgos de este artículo permiten afirmar que este Mega-Niño se manifestó en Costa Rica a través de un incremento en la magnitud del viento alisio, temperaturas superficiales del aire y del océano más cálidas de lo usual y una disminución de las precipitaciones respecto a su valor promedio.
Asimismo, que el fenómeno tuvo un impacto social ligado a condiciones de sequía; expresado en plagas de langostas, carestías de agua potable, descensos en los rendimientos de las cosechas y prolongaciones en las actividades de veraneo.
También se dio una afección de vientos fuertes y oleaje alto al comercio de cabotaje en el litoral pacífico, así como daños a infraestructuras costeras y urbanas.
Se concluye que estas repercusiones sociales se concentraron a una escala local del país, y fueron moderadas en los distintos sitios de afección.
Área rural del cantón de La Cruz, una de las zonas más áridas del país, que pertenece a la región conocida como el Corredor Seco Centroamericano, siendo esta una de las zonas que reciben históricamente más impactos debido a el fenómeno de El Niño.
La imagen muestra los impactos asociados al Mega-Niño de 1925-1926 reportados en las localidades de Costa Rica. En el norte del país (zona gris con rayas), se ubica parte de lo que se conoce como el Corredor Seco Centroamericano.
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