Aunque muchos las vemos como monte o maleza, en nuestros campos se esconden especies silvestres de frijol que son investigados por científicos de la UCR. En la imagen la variedad P. tuerckheimiien, localizada en Santa María de Dota, San José.
Investigadores de la Estación Experimental Agrícola Fabio Baudrit Moreno (EEFBM) de la Universidad de Costa Rica (UCR) y del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) investigan la ubicación y características de las poblaciones de frijol silvestre de nuestro país.
Algunas de estas especies de frijol silvestre son el ancestro que nuestros aborígenes domesticaron para desarrollar las variedades de frijol que ellos consumían, las culaes derivaron en los frijoles que siembran hoy nuestros agricultores (as).
Con la manipulación de cientos, o a veces hasta miles de años, el hombre pudo conseguir variedades comestibles, porque los originales en estado silvestre no se pueden consumir. Así el hombre obtuvo semillas más grandes, más bonitas y de mejor sabor.
El frijol es originario de América y es posible encontrar poblaciones silvestres desde Arizona en los Estados Unidos de América hasta Argentina. No obstante, con la expansión de las zonas urbanas, cada vez quedan menos espacios, donde esas especies silvestres pueden sobrevivir.
Antes de se extingan por completo, estas especies se están recolectando, para conservarlas en la UCR y enviarlas luego como copia al Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Colombia, donde se conservan en un banco de germoplasma, con el fin de preservar la diversidad genética de las plantas.
Las variedades de frijol de la especie Phaseolus vulgaris que cultivamos en Costa Rica, no fueron domesticadas aquí por nuestros ancestros indígenas, sino que fueron traídas por intercambio tradicional de semillas desde México.
Curiosamente las investigaciones del M.Sc. Rodolfo Araya Villalobos de la Estación Experimental Agrícola Fabio Baudrit Moreno (EEFB-UCR), hallaron que los frijoles silvestres costarricenses de esta especie Phaseolus vulgaris no provienen del norte, sino del sur, de una migración muy antigua originaria del Perú, pero estos no se domesticaron, sino que se trajeron ya domesticados del norte.
Una investigación muy reciente encontró evidencias de que la única especie de frijol silvestre que fue domesticado en Costa Rica por nuestros aborígenes es Phaseolus lunatus, conocido como frijol lima.
Precisamente uno de los objetivos del proyecto es recuperar las variedades nativas de Phaseolus lunatus, las cuales se han ido perdiendo con el tiempo.
Según explicó el investigador que ha liderado el proyecto, el M.Sc. Rodolfo Araya Villalobos, “esta constituye una de las especies silvestres más rústicas de frijol. Tiene la particularidad que crece desde el nivel del mar hasta los 2000 metros, mientras que otras variedades silvestres de frijol se restringen a alturas superiores de unos 1.500 o 2000 metros en ciertos tipos de ambiente”.
Explicó que esta es una gran ventaja de la especie pues “el lunatus sobrevive en una gran variabilidad de ambientes, especialmente más secos y calurosos. Esta es una opción de tener un frijol, que no es de la especie Phaseolus vulgaris más comercializada, pero que a la vez se le parece mucho en cuanto al gusto”,
Aclaró que el Phaseolus lunatus es lo más cercano en cuanto a sabor al Phaseolus vulgaris que consumimos actualmente. Además, a partir de él se podrían obtener variedades que posean estas características genéticas de crecer en una variabilidad climas y ambientes. Esta podría ser una opción para enfrentar el cambio climático, los cambios de temperatura y la sequía.
Igualmente, explicó que están estudiando “otra opción que es el Phaseolus acutifolius, que se le conoce como frijol dulce y se ha cultivado en Guanacaste, lo que implica que está adaptado a las zonas bajas. Esto es importante porque en ese tipo de clima es donde los cultivos de granos se ven más comprometidos, debido al cambio climático”.
En las investigaciones que ha conducido el M.Sc. Araya junto con el Dr. Daniel Debouck desde hace 25 años se han logrado descubrir cinco especies silvestres nuevas autóctonas de nuestro país.
Esto es producto de un rastreo realizado desde San Ramón hasta la frontera con Panamá. A la primera especie se le denominó Phaseolus costaricensis, luego vinieron Phaseolus talamancensis, Phaseolus hygrophilus, Phaseolus angucianae y Phaseolus albicarminus.
Posteriormente se continuará el rastreo hacia la zona de Guanacaste. Todas estas especies silvestres deben conservarse antes de que se extingan, pues se desconoce que tienen esos genes y podrían aportar muchas características que ayudarían a la mejora genética de las variedades que consumimos actualmente y que se limitan principalmente a la especie Phaseolus vulgaris.
Con el mejoramiento genético se pueden obtener variedades con resistencia genética a plagas y enfermedades, lo que a su vez permite reducir el uso de controles químicos. Además se puede elevar el nivel de micronutrientes presentes en el grano. Pero quizás lo más importante es que se podría cultivar el frijol en ambientes y climas donde ahora es imposible hacerlo.