Investigaciones sobre el cambio climático y su impacto en el Corredor Seco Centroamericano que se extiende a lo largo de la costa pacífica de la región, desde el noroeste de Guatemala hasta Guanacaste, han determinado que en el Pacífico norte de Costa Rica aumentará la aridez en el futuro.
Fotografía aérea del río Cuajinquil y un dique construido para contenerlo durante el invierno.
El Pacífico norte de nuestro país será más árido en el futuro. Esto se debe a que, a pesar de que no habrá cambios significativos en la cantidad de lluvias en las próximas décadas, sí se proyecta un incremento en la temperatura producto del cambio climático, lo cual aumentará la demanda de agua de la atmósfera.
Así lo han revelado una serie de investigaciones realizadas por científicos del Centro de Investigaciones Geofísicas (CIGEFI) de Universidad de Costa Rica (UCR), en el marco del Programa Integral del Corredor Seco Centroamericano (PICSC).
La investigación es liderada por el director del CIGEFI el Dr. Hugo Hidalgo León, quien explicó que aunque “históricamente y en nuestras proyecciones de las próximas décadas, los cambios en las precipitaciones son relativamente pequeños, mientras que los cambios en la temperatura si van a ser bastante significativos. Y ese calentamiento es suficientemente fuerte hacia el futuro para producir cambios en la aridez.
“Al aumentar la temperatura, la demanda de agua de la atmósfera es más grande, y si no se compensa con aumentos en las lluvias entonces tiende a secar más los suelos y a producir más aridez. Eso va a ir empeorando hacia futuro.”
Debido a esto, explicó el especialista que “todo lo que está relacionado con suministro de agua, recarga de los acuíferos, el agua para la agricultura y el agua para el ambiente, como por ejemplo en los parques nacionales, se va a ver disminuida por el aumento en la aridez”.
Enfatizó que “en los sistemas humanos, como en la agricultura se pueden tomar medidas de adaptación como almacenar reservas de agua de la época lluviosa y aumentar los sistemas de riego, pero en los sistemas ambientales como los parques nacionales, la adaptación es más difícil, ya que las fuentes de agua para la flora y la fauna se van a ver disminuidas, lo cual podría afectar los servicios ecosistémicos que brindan estas áreas en el futuro”.
En cuanto a las actividades económicas que sirven de sostén a las comunidades de la zona, el estudio recomienda aquellas que dependan menos de la disponibilidad de agua, tales como turismo rural, centros de biotecnología, etc.
Los investigadores del CIGEFI realizan actividades para la devolución de los resultados de la investigación a la comunidad de Cuajiniquil.
Para llevar los resultados de la investigación a acciones concretas con las comunidades afectadas, se planea realizar un proyecto de investigación y acción social con recursos del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) del Consejo Nacional de Rectores (CONARE), que agrupa a las cinco universidades estatales.
Otro de los investigadores del proyecto es el Dr. Eric Alfaro Martínez, quien es bachiller y licenciado en la carrera de Meteorología de la UCR, con un Doctorado en Oceanografía de la Universidad de Concepción, Chile.
Sobre la transferencia a las comunidades del conocimiento adquirido en este estudio, el Dr. Alfaro destacó la importancia de “devolverle a las comunidades los resultados de la investigación, para ver si se podría, por parte de la institucionalidad, incorporar estos resultados dentro de políticas. Nos vamos a enfocar en tres comunidades del cantón de La Cruz. Esto para lograr que gran parte de la investigación que ya se hizo, pueda permear hacia las comunidades y a la institucionalidad de la región”.
Sobre este particular, la investigadora del CIGEFI y de la Escuela de Geografía, la M.Sc. Paula Marcela Pérez Briceño, explicó que “Se han estado identificando los tipos de impactos que afectan a estas comunidades y en dónde ocurren, para poder identificarlos a un nivel local y poder aplicar las medidas”.
Puntualizó que van trabajar “en el cantón de La Cruz en tres comunidades que son Cuajiniquil, El Jobo y Santa Cecilia. La dos primeras son costeras, donde hay poca agricultura y ganadería, y predomina la pesca; mientras que la última es de altura, donde si hay actividad agrícola”.
Sobre esto el Dr. Hidalgo explicó la importancia de apoyar a las comunidades ya que todo lo que tiene que ver con el clima está muy relacionado con las actividades socioeconómicas de la zona, por lo cual es muy importante transmitir los conocimientos adquiridos en la investigación a las comunidades afectadas, para ayudarlas a adaptarse a las consecuencias del cambio y variabilidad climática.
Hidalgo mencionó como ejemplo que “los pescadores se quejan de que cuando hay un evento de El Niño, ellos bajan la producción. Pero en una de las entrevistas quedó en evidencia que no todo se debe a que la temperatura del mar está más cálida, sino a que también los vientos se ponen más fuertes y no pueden sacar las embarcaciones porque el mar está muy picado, lo que dificulta salir a pescar.
“Así que existen este tipo de impactos directos e indirectos del clima en los sistemas de producción de las comunidades. Además, cuanto a la temperatura del mar aumenta, habría que buscar otras especies alternativas que son las que deberían pescar en ese momento”.
Sobre este fenómeno aclaró que “El Niño no es la única fuente importante de variabilidad que hace que Guanacaste sea más seco. No es solo lo que está ocurriendo en el Pacífico. También lo que ocurre con los vientos Alisios predominantes del Mar Caribe, tiene una gran influencia en que climatológicamente Guanacaste sea más árido que el resto del país.”
La investigación destaca la urgencia de tomar medidas para mitigar los efectos del cambio climático ya que en esa zona se encuentran varias áreas silvestres protegidas como el Parque Nacional Santa Rosa, el Parque Nacional Guanacaste, el Área Marina de Manejo Bahía Santa Elena y el Refugio de Vida Silvestre Bahía Junquillal.
Para multiplicar el impacto de la investigación, el equipo científico va a participar en el proyecto FEES/CONARE con otros centros de investigación como el Centro de Recursos Hídricos para Centroamérica y el Caribe (HIDROCEC), con sede en Liberia, el Centro Mesoamericano de Desarrollo Sostenible del Trópico Seco (CEMEDE), con sede en Nicoya, y el Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (CINPE), con sede en Lagunilla de Heredia, todos de la Universidad Nacional (UNA).
También ha logrado involucrar al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) del Ministerio de Ambiente y Energía de Costa Rica (MINAE), al Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), al Ministerio de Planificación (MIDEPLAN), al Instituto de Desarrollo Rural (INDER) y a las municipalidades de la zona.
Las investigaciones del Programa Integral del Corredor Seco Centroamericano (PICSC) han ganado recursos de varios fondos concursables como el Fondo de Estímulo y el Fondo de Redes Temáticas de la Vicerrectoría de Investigación de la UCR, el Fondo de Incentivos del Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), el Fondo del Espacio Universitario de Estudios Avanzados (UCREA) y el Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) del CONARE.
Parece una calle de piedra, pero se trata de una vista del río Cuajiniquil durante la estación seca.
Equipo científico del CIGEFI involucrado en el proyecto |
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Dr. Hugo Hidalgo León |
Licenciado en Ingeniería Civil de la UCR con Maestría y Doctorado en Recursos Hídricos de la Universidad de California, Los Ángeles. |
Dr. Eric Alfaro Martínez |
Bachiller y licenciado en Meteorología de la de la UCR con un Doctorado en Oceanografía de la Universidad de Concepción, Chile. |
M.Sc. Paula Marcela Pérez Briceño |
Bachiller en Geografía con una Maestría en Gestión Integrada de Áreas Costeras Tropicales, ambas de la UCR. |