Este hombre de fuero juvenil, amante de la novelística de Yolanda Oreamuno; sorprendido de la ficción de la película “2001 odisea en el espacio”, descolgó su bulto de universitario y su paraguas en el escritorio de mi oficina.
Dr. José María Gutiérrez Gutiérrez, investigador del Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica conversa con funcionarios (as) del CONICIT.
Instantes antes se había bajado del autobús de Coronado con la sencillez de un ciudadano común; ninguno de los viajeros de paso podría imaginar su trayectoria académica y de investigación de altos quilates.
“Chema,” como se le conoce en el mundo de los congéneres investigadores, aceptó la invitación para ser el primer participante en el conversatorio “CAFÉ con IDEAS” que recién inaugura el Consejo Nacional para Investigaciones Científicas (CONICIT), con motivo de su XLV Aniversario de su creación.
Durante dos horas, el modelo de ciencia y tecnología que persigue Costa Rica estuvo bajo su lupa incisiva del Dr. José María Gutiérrez Gutiérrez; lo considera titilante como una luciérnaga; desenfocado en su visión de largo plazo; endeble y frágil, víctima de una retórica política que a lo largo de 30 años no le ha dado la prioridad que merece.
—Como experiencia personal debo decir que en algún momento uno se cansa; tiene la sensación de tiempo perdido, de estar asistiendo a reuniones para planes nacionales de desarrollo en ciencia y tecnología, tratando de transmitir las ideas y esas ideas generalmente no se concretan; entonces uno se cuestiona hasta dónde tiene sentido invertir tiempo en esto.
De inmediato, reacciona y sale a flote de su propia reflexión sobre el porqué involucrarse en la discusión abierta del tema; este es otro encuentro para hablar de lo mismo.
—Claro, ese pensamiento está equivocado porque siempre tiene sentido tratar de incidir sobre los sectores políticos; en esa falta de visión política sobre el problema de la ciencia todos tenemos responsabilidad.
Los pensamientos de este investigador se anclan en una visión sistémica en donde las ciencias básicas, las ciencias aplicadas y la innovación fluyen en una dinámica natural, casi mecánica, que justamente explica el éxito de los países desarrollados como Alemania y Suecia. (VER FIGURA N°1)
Junto a factores del entorno nacional e internacional, el modelo se sustenta en tres esferas principales: la generación de ideas del ámbito de las ciencias básicas, especialmente sostenido por la universidad pública; la llamada “investigación traslacional” o investigación aplicada, que surge en el gobierno y en alianzas público-privadas; y una amplia gama de productos y servicios, con fines productivos y sociales, que se ligan a la capacidad de emprendimiento.
Para el científico estas esferas tienen vasos comunicantes para generar una dinámica de creación en donde participan laboratorios de escalamiento, generalmente de naturaleza transnacional, que impactan el desarrollo económico y social.
Este esquema opera solo si existen políticas nacionales, un marco regulatorio, instituciones que lo sustenten, así como las fuentes de financiamiento requeridas.
—La cultura proclive a la ciencia surge de un entorno político, cultural e ideológico que favorezca el desarrollo armónico y vigoroso de esas actividades, añade.
¿Qué pasa con este sistema en nuestra realidad?
Para “Chema” en Costa Rica la ciencia y la tecnología tienen desarrollos desiguales en sus componentes, evidencia de la desconexión entre ellos; y consecuencia de las deficiencias a nivel de políticas macro en el sector público.
—Pese a los esfuerzos que se hacen en las universidades, el CONICIT y otros entes que soportan la investigación, existe una comunidad científica poco redundante, una masa crítica muy limitada. Tenemos áreas de investigación con ciertas fortalezas, y fragilidad a la vez; si un investigador se muere, se pensiona o se pelea… casi desaparecen.
Si se observa el ámbito de las ciencias aplicadas la situación es similar; no hay conexión con el sector social o productivo, el sistema aparece cortado, trabado. Según el investigador esto queda patente por la ausente actitud de riesgo para invertir más en innovación e investigación por parte del sector privado.
—Tenemos políticas confusas; cuando uno lee los planes de gobierno de los partidos políticos, el componte de ciencia y tecnología es muy secundario o inexistente; esto se refleja en el bajo porcentaje del Producto Interno Bruto que se invierte en estos campos.
Modelo presentado por el Dr. Gutiérrez, adaptado de Conway y Waage.
Para José María Gutiérrez los sectores que han dominado la agenda política del país, en los últimos 30 años, realmente no han pasado de la retórica; no se concibe a la ciencia y la tecnología como elementos esenciales del desarrollo nacional.
—Hay una percepción implícita que creo que es clara: el conocimiento científico se puede importar y aquí lo que tenemos que hacer sencillamente es aplicar ese conocimiento en la solución de ciertos problemas.
Nuestro invitado se enfila en su análisis a un escenario más global; desde su perspectiva predominan en el país los resabios una visión neoliberal, inspirada en el llamado “Consenso de Washington” surgido en la década de los años 80 cuando conquistó el mundo la política del binomio “Reagan-Thatcher”.
Ese fue un “huracán ideológico” que impuso la desregulación de las actividades económicas y la consecuente reducción del aparato del Estado; el fomento de los valores individualistas frente a los colectivos o del bien común; y la visión reduccionista, de carácter economicista, que privilegia solo aquellas actividades de impacto directo en la economía y la productividad.
Para este investigador la ciencia y la tecnología, como actividades humanas, deben ir más allá de producir dinero; las ciencias básicas son poderosas herramientas para conocer la realidad natural y social; son insumos de la cultura.
En un plano redimido del papel de la ciencia se debería abandonar la visión exclusivista de denominar como ciencia solo aquellos productos del conocimiento de las ciencias naturales; las ciencias sociales y el humanismo forman parte de un modelo integral.
—Si hay algo en la realidad que debemos con urgencia comprender, son los cambios sociales y sus consecuencias en el sistema educativo; la violencia; el narcotráfico; la crisis de la salud pública; el drama de las migraciones, etc.
Esta parcialidad de la actividad científica local se traduce en hechos como que las políticas científicas solo privilegien a las ciencias básicas o las ingenierías; y en que en la Academia Nacional de Ciencias no se hayan incorporado representantes de las ciencias sociales.
—Damos batazos por aquí y por allá para ver cómo resolvemos los problemas que en su complejidad demandan el análisis multidimensional de las ciencias sociales. Uno escucha a los personajes del mundo de la política criticando el por qué las universidades invierten dinero en edificios para alojar a las ciencias sociales; esto es muy grave, las ciencias sociales son componentes esenciales para explicar la realidad nacional y generar políticas públicas.
En su defensa de una visión integral de la ciencia y la tecnología, José María apuntala sus argumentos en la historia de dos atalayas del desarrollo científico local: el Dr. Clodomiro Picado Twight, y el Dr. Róger Bolaños Herrera.
El primero es el científico emblemático de Costa Rica, que se formó en Francia y hacia mediados del siglo pasado, fue el propulsor del laboratorio clínico del Hospital Nacional de San Juan de Dios (HSJD).
El doctor Picado fue el pionero en los estudios de diagnóstico de laboratorio y quien montó la estructura de este tipo de servicios, un modelo que perdura hasta nuestros días.
—Era una labor titánica y la hizo muy bien; hoy todos los laboratorios de diagnóstico de los hospitales funcionan con la filosofía que introdujo Picado. Pero además convirtió ese laboratorio en un centro de investigación de medicina tropical.
En medio de resolver los problemas acuciantes de tipo práctico, como atender los casos de mordeduras de serpientes, “Clorito” pudo dedicar tiempo al estudio de las enfermedades de las plantas y hasta formular estudios académicamente ambiciosos como sus hipótesis sobre la teoría inmunológica del envejecimiento.
—En ese tiempo proponer que conforme se envejece se producen anticuerpos contra las propias hormonas y tejidos, era un sacrilegio porque se creía como dogma que no se producían anticuerpos contra uno mismo; hoy sí lo sabemos por las enfermedades auto inmunes descritas.
El Dr. Róger Bolaños, su mentor por excelencia, fue profesor de la Facultad de Microbiología, y a quien se le dio la tarea de desarrollar el Instituto Clodomiro Picado T (ICP), adscrito a la Universidad de Costa Rica (UCR).
—La figura del Dr. Bolaños siempre le ha impactado muchísimo porque es una persona poco conocida injustamente, con una visión de largo plazo impresionante. Creó el Instituto para producir con éxito los sueros antiofídicos que el país necesitaba y tuvo siempre claro la importancia de efectuar un desarrollo equilibrado entre esa función y la realizar investigación básica sobre serpientes, venenos y envenenamiento; así como la acción social y la docencia universitaria de grado y posgrado.
El padre del Dr. Bolaños había sido asistente de laboratorio del Dr. Picado en el HSJD; así es que de alguna manera el ICP es una continuidad de los empeños de “Clorito”.
Dr. Róger Bolaños Herrera, fundador del ICP. —Cuando entré al Instituto siendo estudiante de microbiología, el ICP ya tenía su nombre; le hablé a don Róger y me dijo: —Bueno empiece a trabajar. Curiosamente me asignó el proyecto de investigación para hacer la tesis sobre los cromosomas de las serpientes de Costa Rica. De hecho en mi primer trabajo, al que le tengo un gran cariño, “Cariotipos de las principales serpientes de coral”, publicado en 1979 en la Revista Biología Tropical, aparece como coautor el Dr. Bolaños.
Recuerda cómo en otra ocasión un funcionario del Instituto le hacía ver al Dr. Bolaños la urgencia de que “Chema” apoyara la producción de sueros antiofídicos cuando le dijo: —Ese muchacho es buena gente y trabaja bien, pero no le interesa la producción. A lo que don Róger respondió: —Déjelo, él está haciendo proyectos de investigación, lo está haciendo bien; déjelo trabajar…
Aquellas palabras siempre las recordará; le parecieron una gran lección porque a pesar de las presiones del momento por la demanda de sueros antiofídicos, había claridad para que se hiciera investigación básica.
Una de las escasas imágenes del Dr. Clodomiro Picado Twight. (derecha).