Un estudio llevado a cabo por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) en cinco hospitales madrileños, revela que ocho meses después de recibir el alta, los cuadros de dolor muscular son una de las secuelas de la enfermedad más prevalentes.
Según el estudio, el dolor musculoesquelético, que afecta a huesos, músculos, tendones y ligamentos, es una de las secuelas persistentes del COVID-19.
El dolor musculoesquelético, es decir, el dolor que afecta a huesos, músculos, tendones y ligamentos, es una de las secuelas persistentes del COVID-19. Esta es la principal conclusión a la que ha llegado un equipo de investigación liderado por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), mediante un estudio realizado en cinco hospitales de Madrid, España, durante la primera ola de la pandemia.
Los resultados de este trabajo, publicados en la prestigiosa revista científica PAIN, revelan una prevalencia del 45,1 por ciento de dolor musculoesquelético pos-COVID-19 ocho meses después del alta hospitalaria. Para llevar a cabo el estudio, se contó con una cohorte de 2.000 pacientes, que fueron entrevistados (as) después de recibir el alta para la recogida de información sobre los síntomas de dolor musculoesquelético. Los datos de hospitalización y clínicos se recabaron de las historias clínicas.
Durante la investigación, también se analizaron los factores de riesgo asociados a estos cuadros de dolor: sexo femenino, antecedentes de dolor musculoesquelético, síntomas como la presencia de mialgia y cefalea al inicio del COVID-19 y el número de días de hospitalización. Algunos de estos factores, como el sexo femenino o el aumento de dolor si ya se padecía antes de la infección, eran previsibles, según apunta el equipo científico.
“Las mujeres de por sí sufren más dolor músculoesquelético que los hombres. Nuestro estudio confirma que esta situación se perpetua con el COVID-19. Otro factor que no nos sorprendió fue que la presencia de dolor previa a la infección potenciase el dolor tras la misma. Sin embargo, algo altamente relevante es que casi el 75 por ciento de la muestra desarrollan dolores nuevos, que se pueden sumar a los que ya tenían antes”, señala César Fernández de las Peñas, investigador de la URJC y autor principal del estudio.
Los demás resultados obtenidos sí que fueron sorprendentes para el equipo de investigación, que observó que la presencia de dolor pos-COVID-19 está relacionada con la presencia de dolor en la fase aguda. “Hoy en día, ya se sabe que son más importantes los síntomas que uno sufre durante la infección, que la gravedad de la infección para el desarrollo de síntomas pos-COVID”, destaca el investigador.
"En este caso, aquellos (as) pacientes que presentaron cuadros de dolor en la fase aguda desarrollaron en mayor proporción dolor pos-COVID-19. Sin embargo, el tiempo ingresado en el hospital no se detectó como un factor para sufrir mayor riesgo de dolor después de la enfermedad.
De 2.000 pacientes, 887 (45 por ciento mujeres) confirmaron padecer dolor musculoesquelético pos-COVID-19, de los cuales el 74,9 por ciento reportaron que no lo sufrían antes de contraer la enfermedad, mientras que el 25,1 por ciento experimentó un aumento en el dolor anterior.
“La mayoría de los (as) pacientes desarrolló síntomas de dolor nuevos, lo que puede conllevar a sufrir dolor crónico. Debemos pensar que este estudio se hizo a los ocho meses tras la infección, por lo que es un tiempo más que considerable para darle esa definición. Personalmente, creo que nos enfrentamos a un periodo tras la pandemia de dolor crónico ante el cual debemos dar respuesta de forma inmediata”, afirma César Fernández de la Peñas.
Este estudio también ha puesto el foco en evaluar otros factores como los niveles de ansiedad, depresión y la calidad del sueño, subrayando que es importante tener en cuenta factores emocionales y sociales en torno al brote de COVID-19 como, por ejemplo, eventos sociales catastróficos, trastorno de estrés postraumático, miedo, somatización o incertidumbre sobre el pronóstico.
El equipo de investigación observó que las personas que desarrollaron dolor musculoesquelético exhibieron niveles más altos de ansiedad o depresión y peor calidad de sueño, que aquellos (as) que no sufrieron síntomas de dolor pos-COVID-19. No obstante es importante recalcar, en palabras del primer investigador, que “estos factores emocionales son adyacentes al proceso del COVID-19 y que podrían ser controlados de forma eficaz si se identifican rápido”.
En este trabajo han colaborado la Universidad de Valencia (UV), la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Alfonso X el Sabio, el Hospital Clínico San Carlos y la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), todos de España; así como el Hospital Universitario de Aalborg de Dinamarca.
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Referencia
Fernández-de-Las-Peñas, C., de-la-Llave-Rincón, A. I., Ortega-Santiago, R., Ambite-Quesada, S., Gómez-Mayordomo, V., Cuadrado, M. L., ... & Arendt-Nielsen, L. (2021). Prevalence and risk factors of musculoskeletal pain symptoms as long-term post-COVID sequelae in hospitalized COVID-19 survivors: a multicenter study. Pain. DOI: 10.1097/j.pain.0000000000002564
La investigación fue realizada por la Universidad Rey Juan Carlos en cinco hospitales de Madrid, España.