Más de cien personas representantes de instituciones públicas, universidades, empresas privadas y productores de tomate se reunieron para analizar posibles estrategias para controlar el “Virus de la cuchara” en plantaciones de tomate del país.
El “Virus de la cuchara” provoca que las plantas de tomate (Solanum lycopersicum) se tornen amarillentas, las hojas se curven hacia adentro (forma acucharada) y se reduzca la producción parcial o totalmente, lo que causa importantes pérdidas económicas a los productores (as).
El Tomato Yellow Leaf Curl Virus (TYLCV, por sus siglas en inglés), o virus del rizado amarillo del tomate, transmitido por la mosca blanca (Bemisia tabaci), está presente en varios países del mundo, y desde hace unos años también en Costa Rica.
En nuestro país el virus fue identificado por primera vez en el 2012 en una plantación de tomate de Grecia de Alajuela, por un grupo de investigadoras (es) de la Universidad de Costa Rica liderados por M.Sc. Natalia Barboza Vargas, del Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular (CIBCM).
Esta enfermedad, conocida popularmente como el “Virus de la cuchara”, ya se encuentra en diferentes lugares del Valle Central y la región occidental del país, según lo han podido constatar las investigadoras (es) de la UCR.
Desde el descubrimiento de la enfermedad la UCR y otras instituciones han liderado diferentes iniciativas de investigación y encuentros con representantes estatales y del sector tomatero nacional para alertarlos sobre el “Virus de la cuchara” y generar sinergias que permitan enfrentar la situación.
Como parte de estos esfuerzos, el martes 9 de mayo del 2017 se realizó la conferencia “Estrategias de control de virus transmitidos por mosca blanca en tomate", a cargo del Dr. Enrique Moriones Alonso, profesor de investigación y Director, del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea "La Mayora", asociado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IHSM-CSIC)-Univ. Málaga, España, invitado por la oficina de Asuntos Internacionales y Cooperación Externa (OAICE), de la Universidad de Costa Rica.
La actividad se realizó en el Recinto de Tacares de Grecia de la Sede Regional de Occidente de la Universidad de Costa Rica (UCR) y contó con el apoyo del Colegio Federado de Agrónomos de Costa Rica, el Programa Nacional de Ambientes Protegidos (ProNAP), y la Fundación para el Fomento y Promoción de la Investigación y Transferencia de Tecnología Agropecuaria (FITTACORI).
El Dr. Moriones es uno de los expertos mundiales más reconocidos en este campo; tiene más de dos décadas de experiencia en investigación en enfermedades hortícolas, especialmente las transmitidas por la mosca blanca en tomate y melón.
Según explicó el Dr. Moriones en su exposición, el “Virus de la cuchara” surgió a finales de los años ochenta en diferentes países, especialmente en lugares de clima cálido. En España fue identificado por primera vez en 1992.
Los begomovirus, género al cuál pertenece el "Virus de la cuchara", se caracterizan por ser transmitidos por la mosca blanca y afectan cultivos como pepino, melón y tomate.
El experto hizo un recuento de las estrategias utilizadas en algunas regiones de España para combatir la enfermedad, empezando por el uso de insecticidas, manejo del cultivo en ambientes protegidos y al aire libre, introducción de resistencia en las plantas y otras.
Según explicó el Dr. Moriones, se pueden emplear una serie de estrategias para el combate de la enfermedad. Una de las opciones que presentó fue el uso de plásticos que bloquean la luz ultravioleta y ayudan a la dispersión de la mosca blanca.
También mostro resultados donde las plantas de tomate fueron tratadas con un producto similar al ácido salicilico, lo que permitió la activación de los mecanismos de defensa del cultivo. Todo esto partiendo de almácigo libre de enfermedades.
Gracias a este método se logró una reducción significativa de las poblaciones de mosca blanca, fue necesaria una menor cantidad de insecticidas (con el consecuente beneficio para el medio ambiente), y se logró un incremento importante en la producción.
Sin embargo esta no ha sido una tarea fácil, ya que los virus tienen una gran capacidad de mezclarse, adaptarse y producir hijos diferentes a sus padres (recombinantes), así como atacar los cultivos en forma simultánea (presencia de varios tipos virus).
Según dijo, en muchos casos los síntomas producidos por el "Virus de la cuchara" o Tomato yellow leaf curl desease en las plantas, son producidos por al menos ocho virus distintos y su comportamiento con respecto a la resistencia varía mucho.
De hecho los métodos utilizados para combatir los primeros virus de la cuchara no funcionaron para las variantes que surgieron después, lo que obligó a los investigadores, fitomejoradores y productores a empezar de nuevo todo el proceso para enfrentar la enfermedad.
El Dr. Enrique Moriones Alonso, experto español en enfermedades transmitidas por mosca blanca, ofreció una conferencia sobre el tema en el Recinto de Tacares de Grecia de la Sede Regional de Occidente de la UCR.
Los investigadores españoles han utilizado dos estrategias distintas que parecen haber dado buenos resultados. Una es el uso de variedades con genes de resistencia (conocidos como genes Ty) que se han aislado de parientes silvestres del tomate. Y mediante mejoramiento convencional se han cruzado con variedades comerciales de tomate.
La otra es la resistencia al vector (la mosca blanca). Esta se realizó cruzando plantas de tomate silvestres (encontradas en Perú), que poseen unas estructuras denominadas "tricomas glandulares".
“Las variedades que disponen de 'tricomas glandulares' hacen que las moscas blancas se reproduzcan en menor cantidad; además estas estructuras, ubicadas debajo de las hojas, hacen que la mosca se traslade a la parte de arriba, lo que la hace más vulnerable a depredadores de las consumen.
“Esto también ayuda a disminuir la población de la mosca blanca, sobre todo si se trabaja con control biológico, utilizar insectos que se coman la mosca blanca, puede ayudar aún más”, manifestó el investigador.
El Ing. Carlos Echandi Gurdián, fitomejorador de la Estación Experimental Fabio Baudrit Moreno (EEFBM), y quien lideró el proyecto que llevó a la liberación de un híbrido de tomate llamado “Prodigio”, dijo que considera viable utilizar en nuestro país la metodología desarrollada por los españoles tomando en cuenta nuestras condiciones climáticas.
“Estamos comprometidos a buscar la forma de retomar la vigencia del híbrido (Prodigio) introduciendo la resistencia. Yo considero que la estrategia más inteligente aquí es la resistencia morfológica (introducir tricomas glandulares), porque esto nos va a dar más sostenibilidad en el tiempo junto con un manejo integrado de los vectores”, enfatizó.
Sin embargo, dijo que para ello hace falta un mayor compromiso de todos los sectores involucrados y buscar los financiamientos necesarios.
“Debemos tener presente que el interés nacional no siempre es el que prevalece. Si la empresa privada coopera sería excelente, pero la única forma de hacer mejoramiento es desde las instituciones públicas, porque estas tienen menos compromisos”, enfatizó el investigador.
Por su parte, la M.Sc. Barboza hizo un repaso de las investigaciones realizadas sobre el "Virus de la cuchara" y las acciones desarrolladas por la Universidad de Costa Rica y el Servicio Fitosanitario del Estado (SFE) en los últimos años.
Explicó que nuestro país enfrenta la dificultad de tener dos especies de mosca blanca que transmiten el "Virus de la cuchara" Bemisia tabaci MED, y Bemisia tabaci MEAM1. Estos afectan plantaciones de tomate y chile dulce en Valle Central del país.
La investigadora considera que es muy importante seguir monitoreando las poblaciones de mosca blanca y conocer las variantes del virus que hay en el país.”Aunque en España se han hecho estudios sobre este tema, nosotros tenemos que generar nuestras propias investigaciones”, agregó.
“Ya sabemos que tenemos begomovirus bipartitos, pero no sabemos qué puede pasar ante la llegada del TYLCV-IL (variante Israelí). Puede ser que la cepa israelí desplace las variantes bipartitas.
"Por eso es necesario que continuar el muestreo y el análisis de material vegetal en campo. En este momento ya se están utilizando variedades de tomate que tienen genes de resistencia, pero si la presión del inóculo en campo es muy alta se puede 'quebrar' esta resistencia", añadió la investigadora de la UCR.
La experta considera que este es un trabajo permanente y para ello es fundamental la colaboración de los agricultores (as), pues ellos son los que están día a día cerca de los cultivos y pueden identificar más rápidamente plantas infectadas.
Coincidió con el Ing. Echandi en que la UCR no siempre cuenta con los recursos suficientes para costear los análisis, por lo que se requiere la colaboración de los productores y de la empresa privada.
Más información con Natalia Barboza al correo-e: NATALIA.BARBOZA@ucr.ac.cr o a los teléfonos (506) 2511-2318 y (506) 2511-2312
Actualizado por César A. Parral el martes 16 de mayo del 2017 a las 9:30 a.m.
La M.Sc. Natalia Barboza Vargas, docente de la Escuela de Tecnología de Alimentos (ETA), investigadora del Centro de Investigación en Biología Celular y Molecular (CIBCM) y del Centro Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos (CITA) lideró un equipo de investigadoras (es) que identificó por primera vez en el 2012 el “Virus de la cuchara” en una plantación de tomate de Grecia, Alajuela, Costa Rica.