La enfermedad del banano conocida como ‘Mal de Panamá’, provocada por el hongo Fusarium oxysporumf.sp. cubense, está presente en el país desde el siglo pasado y entre las décadas de los veinte y cuarenta provocó el abandono de muchas plantaciones del cultivar Gros Michel (banano criollo) en todo el país.
Parte del grupo de investigación de la Sede Universitaria del Atlántico, coordinado por la M.Sc. Ana Cecilia Tapia Fernández (centro), realiza una inspección en una parcela experimental en la Finca Agrícola Santa Lucía, ubicada ubicada en Alto Varas de Turrialba.
Desde entonces los científicos y agricultores han intentado encontrar un método químico o biológico efectivo para combatirlo, pero siguen sin encontrarlo.
Sin embargo, luego de más de una década de estudio, los investigadores de la Universidad de Costa Rica (UCR) han logrado importantes avances en cuanto a prácticas agrícolas.
La raza del patógeno que se encuentra en Costa Rica y que produce la enfermedad en el banano Gros Michel es la raza 1. Se transmite por medio del suelo, el agua y el material vegetal infectado. Puede permanecer en el suelo durante tres o cuatro décadas. Tan pronto como una planta de banano susceptible crece en un suelo infectado, las esporas germinarán e infectarán la planta produciéndole la muerte.
Fusarium oxysporium f sp cubense es un patógeno del suelo que infecta el sistema radical (raíces) y pasa a colonizar la planta a través del sistema vascular hasta alcanzar los peciolos de las hojas, produciendo que estas se marchiten. En muchos casos impide que la planta produzca fruto o lo daña antes de que madure y finalmente se seca. Igualmente los hijos, aunque en apariencia se ven sanos, también puede ser que tengan la enfermedad.
A pesar de la enfermedad, los investigadores de la UCR estiman que el país aún cuenta con cerca de 5500 hectáreas de Gros Michel. Solo en el cantón de Turrialba hay entre 300 y 350 hectáreas de banano de esta variedad, pero también se cultiva en lugares como Pérez Zeledón, Talamanca y Batán; y en todos ellos está presente el patógeno.
El problema ahora es que según los investigadores y agricultores, la enfermedad se ha vuelto más agresiva en la última década. Solo en Turrialba la enfermedad ha logrado diezmar cerca del 90%de las plantas sembradas.
Según el agricultor Eduardo Chinchilla Guevara, encargado de la Finca Agrícola Santa Lucía en Alto Varas de Turrialba, en donde la UCR tiene una parcela experimental, hace unos cinco años el banano era una actividad muy rentable.
“Cuando empezamos aquí el negocio de nosotros era el banano. Gracias a eso compramos otras fincas y en las ferias todo se vendía. En el caso de nosotros la enfermedad ha afectado entre el 90% y el 95% de lo que teníamos sembrado”, manifestó el agricultor.
Esta situación llevó a los agricultores, a través de la Asociación de Productores Orgánicos de Turrialba y algunas comunidades, a buscar el apoyo de la UCR. Incluso algunos agricultores decidieron ceder parcelas en sus fincas para que la UCR realizara los experimentos que fueran necesarios.
Debido desde inicios del siglo XX surgieron nuevas variedades de banano resistentes a la Raza1 de Fusarium oxysporum f sp cubense, como el gran enano o banano comercial, el estudio de la enfermedad del ‘Mal de Panamá’ prácticamente fue abandonada en nuestro país, hasta que la retomó la M.Sc. Ana Cecilia Tapia Fernández, investigadora de la Sede Universitaria del Atlántico de la UCR y su equipo de trabajo.
Por medio de un proyecto financiado por la Vicerrectoría de Investigación se busca caracterizar las poblaciones del hongo Fusarium oxisporumf.sp. cubense (‘Mal de Panamá’), hacer una colección de aislamientos del patógeno de diferentes zonas del país, hacer una caracterización molecular, evaluar productos biológicos y químicos para controlar la enfermedad y aún más importante, resguardar el material genético para que la variedad no desparezca.
“Nosotros hemos tratado de rescatar este cultivo en la zona de Turrialba, por eso nos involucramos mucho con los agricultores. Ellos nos prestan las fincas en donde tienen problemas para desarrollar proyectos de investigación y trabajos finales de graduación”, dijo la M.Sc.Tapia.
“Lo que estamos haciendo en la UCR, y especialmente en Turrialba–continúa la investigadora--,es conocer la enfermedad y recopilar información y datos para enfrentarla. Hemos estudiado la sintomatología y hemos probado algunos productos químicos que hasta no han funcionado. Hasta ahora lo que nos ha servido es usar material limpio (in vitro).
“Ahora se está desarrollando la producción de semilla sana que puede hacer que el agricultor produzca hasta dos generaciones de la misma semilla, pero esto es un poco complicado para los agricultores, porque es más fácil tomar la semilla de la planta madre que comprarla en un laboratorio”, explicó la investigadora.
Según Tapia, los estudios que realiza la UCR han permitido retomar la investigación de una enfermedad que estaba olvidada y que es importante desde el punto de vista económico y social para las comunidades donde se produce banano criollo en el país.
De acuerdo con la investigadora, el desafío más grande es encontrar algo que controle la enfermedad o que baje la incidencia y contar con un sistema de diagnóstico que permita detectar la Raza 4, que es la enfermedad que puede afectar la producción de banano comercial y que ya está en algunos países de Asia, Australia y África.
“Nosotros estamos investigando para encontrar una solución al problema de la Raza1 pensando en los agricultores, pero también que sirva de modelo para prepararnos en caso de que ingrese la Raza4”, agregó la investigadora.
Para más información comunicarse con la M.Sc. Ana Cecilia Tapia Fernández, docente e investigadora de la Sede Universitaria del Atlántico, al teléfono (506) 2511-9277 o al correo-e:ana.tapia@ucr.ac.cr