Pese a que en Perú, la ley prohibe que el personal de salud incentive el uso de leche de fórmula en los primeros meses de vida del bebé, un estudio realizado con 299 mujeres de un barrio marginal de Lima halló que una de cada cuatro de ellas que dieron a luz en hospitales públicos recibieron de parte de médicos o enfermeras una receta para dar ese producto a los bebés.
Perú adoptó en 1982 el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna de la OMS que prohíbe promover productos maternizados entre el público o el personal de salud. (Foto SciDev/Agencia Andina)
Si bien el estudio analizó una población limitada, de las prescripciones realizadas por el personal de salud, casi 60 por ciento se hicieron incluso antes de que la madre y el bebé dejen el hospital o durante la primera semana de vida del niño.
El abandono de la lactancia materna exclusiva —además de los perjuicios para la salud del bebé— acarrea otros riesgos para esa población pues muchas madres se abastecen de agua potable a través de camiones cisternas y no cuentan con buenas condiciones sanitarias para limpiar los biberones. Por ejemplo, una investigación anterior (abril 2019) realizada también en un grupo pequeño (48 bebés menores de 6 meses) en el mismo barrio de Lima, halló que 43,8 por ciento de los biberones analizados contenían bacterias fecales.
El estudio fue realizado por investigadores del la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad John Hopkins, y en el artículo publicado en la revista Social Science & Medicine (10 de junio) alertan que sus hallazgos evidencian que más de tres décadas después de la adopción de la ley pueden ser “comunes” las violaciones a la ley, y “continúan dirigiéndose a las poblaciones más vulnerables”.
El trabajo se realizó en Villa El Salvador, uno de los 43 distritos de la capital peruana con casi 400.000 habitantes, cuyos pobladores trabajan en el sector informal o son desempleados y viven en niveles de pobreza o extrema pobreza.
En 1982, el Perú adoptó el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna de la Organización Mundial de la Salud, que prohíbe promover estos productos entre el público o el personal de salud, incluyendo el otorgamiento de cualquier tipo de promociones o incentivos. En junio de 2006 aprobó el reglamento de alimentación infantil, reiterando esta prohibición, estableciendo sanciones pecuniarias y promoviendo la lactancia materna como política de estado.
El nuevo trabajo abarcó a 299 madres sanas embarazadas o con un bebé sano de menos de 28 días de nacido, de las cuales 214 fueron seleccionadas para análisis comparativos entre febrero de 2016 y mayo de 2017.
Para obtener los datos, los investigadores usaron métodos cuantitativos y cualitativos, incluyendo entrevistas en profundidad con madres, médicos y enfermeras de establecimientos primarios de salud del distrito.
Del total de madres encuestadas, 73 (34,1 por ciento) recibieron recomendaciones orales del médico para usar fórmula y de este grupo, 51 (69,9 por ciento) obtuvieron una receta para una marca determinada. “Por lo tanto, las recetas de fórmula se dieron al 23,8 por ciento del total de la población del estudio”, señala la investigación.
Los argumentos más usados para recetarlas fueron que la fórmula era necesaria para el crecimiento del niño y que podría ayudar a detener su llanto causado por hambre.
Una leche de fórmula tamaño pequeño cuesta unos US$19 y puede durar un máximo de 4 días, lo que implica un gasto mensual de más de US$140, poco más de la mitad de un salario mínimo.
“Lo que más me sorprendió fue que los médicos recomienden o receten las fórmulas más caras a pesar de que saben que están interactuando con una población muy pobre”, comentó a SciDev.Net Jessica Rothstein, autora principal del estudio y especialista en salud internacional.
“Algunos médicos no son conscientes de las consecuencias de sus palabras. Si durante la consulta mencionan la palabra fórmula, no imaginan el poder que tiene. La mamá nueva, con un bebé llorando asumirá que lo que mencionó el médico es lo que debe hacer”, señaló Rothstein.
La experta cree que legislar es importante “pero más aún lo es monitorear. No es suficiente la capacitación o enseñarles que existe la prohibición sino que debe haber consecuencias para las empresas y para los profesionales que la infringen”.
“Los representantes (de las empresas) no deberían poder entrar a los centros de salud, y los médicos que no observan estas reglas deberían ser sancionados; se debería publicar cifras de los avances, los establecimientos que las están observando y los que no”, subraya.
Sarah Vega, del Comité de Lactancia de la Sociedad Peruana de Pediatría, concuerda. “No se trata solamente de prohibir la promoción de las fórmulas o de insistir que la lactancia materna sea mejor para el bebé sino de que el personal de salud se empodere y pueda enseñar a las madres cómo dar de lactar”, comenta a SciDev.Net.
“Por eso resulta indispensable que el estado, a través de sus diversas instancias, se comprometa a capacitar a enfermeras, obstetras, médicos, a todos los que tienen que ver con la salud y desarrollo de los bebés”, añade Vega, miembro de la Asociación de Consultores Internacionales en Lactancia Materna.
El Ministerio de Salud, que promueve la lactancia materna según los parámetros de la OMS, a través de su campaña “Somos Lecheros”, y celebra anualmente la Semana de la Lactancia Materna, no respondió a la solicitud de entrevista con SciDev.Net para informar sobre las estrategias de monitoreo y vigilancia en la aplicación del código.
“Creo que los resultados encontrados por el artículo en Villa El Salvador son una realidad, y si lo replicáramos en otros distritos serían similares”, anota Vega.
Consultados por SciDev.Net, ni Nestlé ni Mead&Johnson, las dos empresas comercializadoras de estos productos en el Perú, respondieron a una entrevista personal pero emitieron comunicados en los que reiteran su compromiso con el Código de Comercialización de la OMS y la promoción de la lactancia materna.
“En el Perú, no distribuimos muestras de productos destinados a bebés entre 0 y 24 meses, ni a profesionales de la salud o madres”, dice el de Nestlé.
“Investigamos todas las inquietudes relacionadas con nuestras prácticas de comercialización de sucedáneos de leche materna y abordamos rápidamente cualquier caso de incumplimiento que se nos haya informado”, afirman tras lamentar no haber sido contactados por los autores del estudio “con relación a las prácticas de comercialización de sucedáneos de leche materna en zonas periféricas de Lima”.
Por su parte, Mead&Johnson afirmaron ser “transparentes” con sus “prácticas de comercialización, así como en establecer un diálogo constructivo y en trabajar para mejorar” sus propias prácticas y las de la industria.
> Enlace al resumen del artículo en Social Science & Medicine
"Somos lecheros” se llama la campaña del Ministerio de Salud de Perú para promover la lactancia materna. (Foto SciDev MINSA)