Ciencia en el mundo

Revelan por qué la obesidad aumenta riesgo de complicaciones cardiovasculares por COVID-19

/DICYT/AGENCIA FAPESP
Rev. Manrique Vindas Segura
Cesar A. Parral
16. 11. 21

Científicos (as) brasileños (as) estudiaron los determinantes de la disfunción endotelial, un trastorno que surge cuando los vasos sanguíneos pierden la capacidad de contraerse y relajarse, en 109 voluntarios (as) hospitalizados (as).

La disfunción endotelial, una afección en la que los vasos sanguíneos pierden la capacidad de contraerse y relajarse adecuadamente.

Fuente:
DiCyT

En pacientes con COVID-19, la obesidad es el factor más asociado al desarrollo de la disfunción endotelial, una afección en la que los vasos sanguíneos pierden la capacidad de contraerse y relajarse adecuadamente, razón por la cual aumenta el riesgo de padecer eventos tales como infartos, trombosis y accidentes cerebrovasculares (ACV).

Esta constatación estuvo a cargo de un grupo de investigadores (as) con el apoyo de la FAPESP, y se basó en datos de 109 pacientes internados con cuadros moderados de la enfermedad. Y los resultados se publicaron en la revista Obesity.

“Efectuamos la caracterización general de esos (as) pacientes e intentamos identificar qué factores podrían modular o acentuar el daño endotelial. Los resultados indican que el apartado más preponderante fue el IMC [el índice de masa corporal]. En segundo lugar, con mucho menor relevancia, encontramos el nivel de creatinina en sangre, que es un marcador relacionado con la función renal”, comenta Alessandro Domingues Heubel, doctorando en el Programa de Posgrado en Fisioterapia de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en el estado de São Paulo, Brasil, y primer autor del artículo.

Domingues Heubel explica que el IMC es una de las principales herramientas que emplean los profesionales de la salud para medir el grado de sobrepeso y de obesidad. Este índice se calcula dividiendo el peso (en kilos) por la altura (en metros) al cuadrado. A las personas cuyo resultado les da igual o superior a 30 kg/m2 se las considera obesas.

En la investigación fueron incluidos pacientes de ambos sexos, con edad promedio de 51 años e internados (as) en el Hospital Estadual de Bauru (también en el estado de São Paulo,Brasil) y en el hospital Santa Casa de São Carlos. La obesidad fue la comorbilidad con mayor prevalencia (un 62 %) en esa población, seguida por la hipertensión (un 47 %) y la diabetes (un 17 %).

Las muestras de sangre se extrajeron inmediatamente después de la admisión hospitalaria y la función endotelial se evaluó 72 horas después a través de un parámetro conocido con el nombre de dilatación mediada por flujo (FMD, por sus siglas en inglés).

El método no invasivo consiste en medir el diámetro de la arteria braquial (en el brazo), mediante la realización de un estudio de ecografía vascular antes y después de una maniobra que obstruye el flujo sanguíneo del antebrazo durante algunos minutos.

“Inmediatamente después de la desobstrucción, se produce un aumento del flujo de sangre en la arteria, y esto constituye un estímulo mecánico para que las células endoteliales [que forman el revestimiento interno de los vasos sanguíneos] elaboren óxido nítrico, una sustancia vasodilatadora. Cuanto más se dilata la arteria, mejor es la función endotelial. Y observamos que los pacientes obesos, durante el tiempo de infección activa con COVID-19 tenían una dilatación mediada por flujo muy pequeña”, comenta el doctorando.

Aparte de la FMD y del IMC, se midió la fuerza de prensión manual (medida con un dinamómetro y aplicada para evaluar la capacidad física) y se analizaron los niveles sanguíneos de hemoglobina, leucocitos, linfocitos, plaquetas, proteína C reactiva (un marcador de inflamación), ferritina, dímero D (un marcador de trombosis) y creatinina. Y también se consideraron en el análisis la edad, la existencia de comorbilidades, la práctica de actividades físicas, el tabaquismo y los medicamentos tomados. En el momento en que se los evaluó, ninguno de los (as) participantes estaba internado (a) en Unidades de Terapia Intensiva (UTI), pero el 72 % requerían de suplementación de oxígeno.

Para encontrar los determinantes de la disfunción endotelial en la muestra estudiada, se efectuó un análisis de regresión univariante (una técnica estadística que permite considerar cada factor de riesgo por separado) y también un análisis de regresión múltiple (se analizan los factores en su conjunto).

Solamente el IMC elevado y el nivel de creatinina mostraron una relación directa con la disminución de la FMD. Según la profesora de la UFSCar, Renata Gonçalves Mendes, supervisora de Domingues Heubel, cada unidad extra en el IMC representó una reducción del 0,19 % de la FMD.

“Cuando se compara a dos pacientes con COVID-19, uno con peso normal [IMC de 20 kg/m2] y el otro con obesidad [IMC de 30 kg/m2], este último tiende a tener un valor de FMD 1,9 % menor. Con base en el conocimiento previo, esto sugiere un riesgo cardiovascular aumentado de aproximadamente el 17 %”, afirman los (as) investigadores(as) en el artículo.

“En la práctica clínica observamos que los (as) obesos (as) padecen más eventos cardiovasculares durante su internación. Nuestro estudio puede ayudar a entender uno de los mecanismos a través de los cuales esto sucede, y por qué la obesidad incrementa el riesgo de agravamiento del COVID-19”, dice Gonçalves Mendes.

Evidencias anteriores

Desde el comienzo de la pandemia causada por el SARS-CoV-2, en diversos estudios se planteó la hipótesis de que el virus podría infectar y lesionar directamente a las células endoteliales, lo cual se comprobó en análisis efectuados en muestras de autopsias realizadas en pacientes que murieron por COVID-19.

También se especula que la lesión del endotelio provocada por el virus esté asociada a trastornos en la coagulación sanguínea (formación de microtrombos) y al desarrollo de una disfunción endotelial intensa y sistémica, dos factores que derivarían en el agravamiento del cuadro.

“Aún no sabemos a ciencia cierta en qué medida la disfunción endotelial deriva de una lesión directa causada por el virus o es una consecuencia de la tormenta de citoquinas [la liberación de moléculas inflamatorias disparada por el sistema inmunitario] típica del COVID-19”, pondera Domingues Heubel.

En estudios anteriores, ya se había demostrado que la obesidad eleva el riesgo de agravamiento del COVID-19 independientemente la edad, el sexo, la etnia y la existencia de comorbilidades tales como diabetes, hipertensión o enfermedad cardíaca o pulmonar.

Entre los motivos de ello se encuentran las alteraciones mecánicas en el sistema respiratorio provocadas por el aumento del contenido abdominal, que comprime el diafragma y los pulmones. Asimismo, los (as) obesos (as) padecen a menudo disfunciones en el sistema inmunitario.

Existen evidencias de que el SARS-CoV-2 posee la capacidad de infectar a las células del tejido adiposo, que terminan haciendo las veces de reservorio del patógeno. Esto contribuye para que la carga viral de los (as) obesos (as) sea en general más alta que la de las personas sin sobrepeso.

“Una posible explicación para nuestros hallazgos reside en que la mayor carga viral de los (as) obesos (as) eleva el riesgo de infección directa de las células endoteliales. También es posible que la inflamación, que suele manifestarse de manera más exacerbada en personas que se encuentran excedidas de peso, tenga una influencia en ese proceso. Pero por limitaciones asociadas al diseño del estudio, no fue posible observar una correlación directa entre los marcadores inflamatorios y la FMD”, comenta el doctorando.

Para los (as) investigadores (as), los (as) profesionales de la salud deben estar más atentos (as) a las complicaciones vasculares al tratar a los (as) pacientes obesos (as) con COVID-19. “Por ser más susceptibles a los eventos cardiovasculares, requieren que se redoble la atención. Y contamos con diversas estrategias para evitar que las complicaciones se desarrollen”, dice Domingues Heubel.

Gonçalves Mendes considera que estos hallazgos allanan el camino hacia la búsqueda de nuevos abordajes terapéuticos enfocados en el endotelio. “Sería interesante buscar un compuesto que pueda detener el proceso que lleva a la disfunción endotelial, dado que es un factor que eleva el riesgo de padecer complicaciones graves.”

Emmanuel Gomes Ciolac, docente de la Universidade Estadual Paulista (UNESP) con sede en la localidad de Bauru y coautor del artículo, comenta que muchos (as) participantes en el estudio evolucionaron hacia la situación crítica durante su internación y hubo que alojarlos (as) en UTI.

“Se trata de un proyecto grande, en el cual se está evaluando a los (as) pacientes en tres etapas: hospitalaria, entre 30 y 45 días después del alta y nuevamente, cuatro meses después del alta hospitalaria. En breve se darán a conocer nuevos resultados”, comenta.

Para Gomes Ciolac, los datos obtenidos hasta ahora refuerzan la necesidad de que la sociedad se concientice de que la obesidad es un problema serio. “Resulta urgente la implementación de estrategias de salud pública amplias y eficientes en el combate contra esta enfermedad que está asociada a la mayor gravedad del COVID-19 y de muchas otras enfermedades.”

La investigación se realizó con pacientes de ambos sexos, con edad promedio de 51 años e internados (as) en el Hospital Estadual de Bauru y en el hospital Santa Casa de São Carlos en Brasil.