Ciencia en el mundo

La pandemia generó condiciones para la aparición de un "superhongo"

DiCyT/FAPESP
Rev. Manrqiue Vindas
César A. Parral
28. 06. 21

Este microorganismo puede causar una enfermedad invasiva letal y preocupa por la rapidez con que desarrolla resistencia contra los principales medicamentos que se aplican para combatirlo.

Los hongos del género Candida (con excepción de C. auris) forman parte de la microbiota intestinal humana y suelen causar problemas solamente cuando existe un desequilibrio en el organismo.

Fuente:
G.I.

Las Unidades de Terapia Intensiva (UTI) saturadas y los equipos de salud trabajando al límite del agotamiento físico y mental. Este escenario de caos hospitalario que impuso la pandemia de COVID-19 generó en Brasil las condiciones ideales para la emergencia de la especie Candida auris, un microorganismo que se granjeó el mote de “superhongo”, debido a la rapidez con que desarrolla resistencia contra los principales medicamentos que se aplican para combatirlo.

Los dos primeros casos confirmados en el mes de diciembre pasado, en un hospital de la ciudad de Salvador, la capital del estado de Bahía, aparecen descritos en el Journal of Fungi, en un artículo de un grupo de investigadores (as) encabezados por Arnaldo Colombo, quien coordina el Laboratorio Especial de Micología de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp). Este trabajo cuenta con el apoyo de la FAPESP.

“Ya se han registrado otros nueve casos en el mismo hospital, entre colonizados [cuando el hongo está presente en el organismo sin causar daños] e infectados. Si bien aún no hay registros de este agente en otros centros de Brasil, existen motivos de preocupación. 

"Estamos monitoreando las características evolutivas de aislados de C. auris de pacientes internados en el referido hospital bahiano y notamos que hay muestras que exhiben una menor sensibilidad al fluconazol y a las equinocandinas, estas últimas pertenecientes al principal tipo de fármacos que se aplican en el tratamiento de la candidiasis invasiva”, revela Colombo.

Tal como lo explica el investigador, los hongos del género Candida (con excepción de C. auris) forman parte de la microbiota intestinal humana y suelen causar problemas solamente cuando existe un desequilibrio en el organismo. El más común de ellos es el surgimiento de infecciones superficiales en la mucosa de la vagina (candidiasis) o de la boca (muguet o sapito), generalmente asociadas con la especie C. albicans.

Con todo, en algunos casos, el hongo invade el torrente sanguíneo y desencadena un cuadro de infección sistémica –conocido como candidemia– similar al de la sepsis bacteriana. La invasión del torrente sanguíneo y la respuesta exagerada del sistema inmunitario contra el patógeno pueden provocar lesiones en diversos órganos e incluso puede llevar a la muerte. Las evidencias científicas apuntan que cuando la candidemia se produce en pacientes infectados con C. auris, hasta un 60 % no sobrevive.

“Esta especie se vuelve rápidamente resistente a múltiples fármacos, y es poco sensible a los productos desinfectantes utilizados en los centros médicos. De esta forma, logra perdurar en el ambiente hospitalario, donde coloniza a los profesionales de la salud y, posteriormente, a los pacientes críticos que requieren internaciones prolongadas, por ejemplo los portadores (as) de formas graves del COVID-19”, dice Colombo.

Diversos factores hacen que los pacientes infectados con el SARS-CoV-2 se erijan como los blancos ideales para la especie C. auris, entre ellos las referidas internaciones prolongadas, el uso de sondas vesicales y catéteres para el acceso venoso central (una puerta de entrada al torrente sanguíneo), los corticoides (que suprimen la respuesta inmune) y los antibióticos (que desequilibran la microbiota intestinal).

“El propio virus puede causar lesiones en la mucosa intestinal de pacientes con las formas graves del COVID-19 [facilitando el acceso de patógenos al torrente sanguíneo], y predisponer a los pacientes a la candidemia”, afirma Colombo.

El investigador destaca que diversos países están informando acerca de la emergencia de C. auris en el marco de la pandemia de COVID-19, y advierte al respecto de la necesidad de intensificar las acciones de control de las infecciones hospitalarias en todo Brasil, como así también de promover el uso racional de los medicamentos antimicrobianos en las unidades de terapia intensiva.

Desde el comienzo de esta pandemia se han prescrito antibióticos tales como la azitromicina, en la gran mayoría de los casos sin ninguna necesidad.

El monitoreo

La especie C. auris fue aislada por primera vez en Japón en el año 2009, y recién llamó la atención de la comunidad científica algunos años más tarde, cuando surgieron brotes de candidemia causados por este agente en diversos países asiáticos y europeos. En 2016, el grupo de la Unifesp describió en el Journal of Infection su llegada América a través de Venezuela. Luego el superhongo fue detectado en Colombia, Panamá y Chile.

“En 2017 fuimos de la partida en el marco de una fuerza de tareas del Ministerio de Salud y Anvisa [la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria], y elaboramos una norma técnica [el Comunicado de Riesgo nº 01/2017] que alertaba sobre los cuidados necesarios para monitorear el posible arribo de C. auris a Brasil, que se confirmó solamente al final del año pasado”, dice Colombo.

Desde ese momento, el equipo del Laboratorio Especial de Micología de la Unifesp ha venido monitoreando la emergencia de nuevos patógenos fúngicos en infecciones del torrente sanguíneo documentadas en distintos centros médicos de Brasil y, hasta ahora no se había detectado C. auris.

Ya se han descrito cinco linajes (clados) distintos de C. auris en el mundo. Según Colombo, el que se aisló en Salvador es más parecido al original asiático que al detectado en Venezuela y en los demás países sudamericanos, lo que sugiere que habría habido un segundo ingreso independiente del superhongo al continente.

“O quizá tengamos una fuente ambiental local para ese agente, dado que ninguno de los pacientes brasileños posee un historial de viajes internacionales o contactos familiares que tengan tampoco dicho historial”, dice el investigador.

Todos los meses, desde el mes de diciembre, los (as) investigadores (as) de la Unifesp reciben muestras de la cepa aislada en el hospital bahiano y testean in vitro su sensibilidad a los fármacos antifúngicos.

“En esos ensayos exponemos al microorganismo cultivado a concentraciones progresivas de antifúngicos con el objetivo de determinar la menor dosis del fármaco capaz de inactivarlo. En el caso del hongo C.auris presente en las muestras aisladas recientemente en Salvador, por ejemplo, es necesaria una concentración entre cuatro y cinco veces mayor que la que se aplica para inactivar el aislado cultivado en diciembre de 2020”, comenta Colombo.

En colaboración con investigadores de los Países Bajos, el grupo de la Unifesp está secuenciando el gen que dota de resistencia a C. auris, a los efectos de evaluar si ha experimentado una mutación durante este lapso de tiempo.

“El mecanismo de resistencia de la especie no procede por degradación enzimática, tal como sucede en muchos casos de bacterias resistentes a los antibióticos. El hongo desarrolla modificaciones estructurales en las proteínas a las cuales el fármaco se une para inhibir la síntesis de las paredes celulares [glucana sintasa, en el caso de equinocandinas], estructuras importantes para su supervivencia. Y estamos observando que este fenómeno está ocurriendo acá en Brasil”, advierte Colombo.

Aparte de redoblar los cuidados con la higiene, Colombo sostiene que se hace necesario en este momento incrementar el monitoreo de los patógenos sospechosos. La confirmación de la presencia de C. auris en una muestra no es algo trivial y requiere de aparatos específicos. El más empleado es el espectrómetro de masas del tipo MALDI-TOF (las siglas en inglés de ionización y desorción LASER (Light Amplification by Stimulated Emission of Radiation) por tiempo de vuelo asistida por una matriz), bastante utilizado en análisis de microbiología, pero no siempre presente en los hospitales brasileños.

“Si el análisis se lleva a cabo mediante métodos automatizados convencionales puede confundirse al C. auris con otras especies, tales como C. haemulonii o C. lusitaniae. Por eso lo ideal es que cualquier cepa de Candida que exhiba resistencia a los fármacos se envíe a un laboratorio de referencia para la realización de análisis”, afirma.

El grupo de investigación es encabezado por Arnaldo Colombo, quien coordina el Laboratorio Especial de Micología de la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp).

Fuente: G.I.